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En los últimos diez años se han registrado 67 sismos de entre 1 y 2.5 grados que tienen como epicentro la propia Ciudad de México. Tan sólo en lo que va del año se lleva el registro de 21 temblores, entre ellos el del Ajusco y el de Coyoacán, que ocurrieron luego del sismo del 19 de septiembre pasado.
Víctor Hugo Espíndola Castro, encargado de análisis del Servicio Sismológico Nacional explicó que no se trata de procesos anómalos, pues han ocurrido siempre debido a «pequeñas fallas» dentro de la Ciudad de México que dan lugar a estos pequeños sismos de bajas magnitudes, por fuerzas que existen en la corteza la región.
«No son procesos anómalos, son procesos que se dan por diferencias, isostasias se llaman, en la corteza y por movimientos de un sismo fuerte como el de 8.2 o este de 7.1 que, estando muy cerquita, pues dispara otros lugares en donde hay fuerzas acumuladas y las sacude», expuso.
«Entonces, por ejemplo, alineada con esa gran falla que generó el sismo de 8.2 hay otro sistema de pequeñas fallitas geológicas que siguen todavía sintiendo los esfuerzos que se acumularon, porque hubo un relajamiento en un lugar y en otro aumentan las fuerzas, entonces eso hace que obviamente estén en desequilibrio», acotó.
