En una región casi impenetrable por sus condiciones geográficas, se encuentra el poblado de El Veinticuatro, un conjunto de cañadas y arroyos secos del municipio de Cosalá, en el estado mexicano de Sinaloa, una de las entidades pertenecientes al llamado ‘Triángulo Dorado’ de la droga, también conformado por las zonas serranas de Chihuahua y Durango.
Se estima que la llamada ‘megacocina’ de una de las organizaciones criminales más poderosas de México construyó un laboratorio industrial de metanfetaminas de alta pureza, que generaban ganancias de unos dos millones de dólares al día. En ese sitio, ahora resguardado por militares mexicanos, el Cártel de Sinaloa producía hasta 200 kilogramos de cristal cada 24 horas.
En varios recorridos hechos por la Secretaría de la Defensa de México (Sedena), se halló esta fábrica ilegal de estupefacientes, misma que ocupaba un terreno de 600 metros cuadrados de terreno seco, el sitio idóneo para ‘cocinar cristales’. Además, según el comunicado de la Procuraduría General de la República de México (PGR), en este lugar fueron encontradas más de 150 ollas de peltre, ventiladores, plantas industriales de energía eléctrica, recipientes con sustancias químicas, tanques de gas y gasolina, así como cuatro secciones de procesamiento de drogas.
De acuerdo con la PGR, el costo promedio de cristal por libra (un poco menos de medio kilo) es de 5.000 dólares en la frontera; mientras que en la sierra sinaloense el costo de producción es de 25.000 pesos por libra (alrededor de 1.300 dólares), es decir, casi cuatro veces menos que su venta al público en EE.UU.
Para llegar a este ‘narcolaboratorio’ hay que caminar cerca de una hora desde el camino de terracería más cercano, y bajar por una vereda pronunciada con temperaturas que podrían alcanzar hasta los 32 grados centígrados. El camino hacia este sitio es accidentado, no entran automóviles ni tampoco cuatrimotos. Luego de varias investigaciones y recorridos en el lugar, las autoridades mexicanas han llegado a la conclusión de que, posiblemente, los narcotraficantes se desplazaban a este sitio en mulas o caballos.
A más de un mes de su hallazgo, los militares mexicanos no han desmontado el ‘narcolaboratorio’, debido a que el permiso elaborado por la PGR a la empresa que se encargará de su desmantelamiento continúa en trámite. Mientras eso sucede, elementos de seguridad monitorean la zona día y noche haciendo recorridos cada 30 minutos.