Antorcha edifica Quintana Roo

Desde el miércoles 12  hasta el día jueves 20 de los corrientes, el Movimiento Antorchista  Nacional estuvo  probando en toda la geografía estatal, de manera irrefutable, su efectividad en la tarea por mejorar las condiciones de vida de los más desprotegidos de nuestro país.

Gracias a las gestiones y a la lucha que sostuvimos durante todo el año, se logró la solución de una importante demanda en materia de vivienda: la concreción de 1, 250 acciones de “Cuarto Seguro” para igual número de familias humildes en 8 municipios, que implican un monto de 25 millones de pesos.

Por ello en estas dos semanas con la presencia del delegado de la SEDATU en el estado, y de autoridades municipales y estatales, los beneficiarios de los municipios de Othón P. Blanco, Bacalar, Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos, Lázaro Cárdenas, Tulum, Isla mujeres y Puerto Morelos, firmaron los bonos que los hacen acreedores a un paquete de materiales para construcción por un monto de 20 mil pesos.

Según la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) en su Informe anual sobre la situación de la pobreza y rezago social 2016, en el rubro de Carencias en las viviendas de Quintana Roo hay: 7, 665 personas con piso de tierra; 9, 936 personas con techos de material endeble; 4, 542 personas con muros de material inadecuado y 41, 165 personas en hacinamiento.

Es de verdad un tormento ensamblar los pedazos de ese rompecabezas que son las estadísticas oficiales, pero no habiendo datos precisos y entendibles al respecto, que nos permitan ver las diferencias entre las zonas rurales y las urbanas, cuestión que se me hace importante, y a pesar del enredo entre cuántas personas tienen techo de material endeble; cuántos, piso de tierra; cuántos, muros de material endeble, etc., sin que se diga quiénes de ellos tienen más de una de esas carencias o todas, los datos que tomó como base, permiten apreciar el impacto de nuestro logro.

Como se ve, hay en el estado un total de 63, 308 personas con alguna carencia en este importante rubro de la vida de los ciudadanos, por lo tanto, resulta una verdadera proeza lo que ha realizado el Movimiento Antorchista Nacional. Si partimos del hecho de que la estimación de la mayoría de instituciones estadísticas, dice que en México la familia promedio es de 4 miembros, resulta que con 1, 250 acciones de vivienda se beneficia a por lo menos 5 mil personas. Siguiendo el esquema de medición de la SEDESOL, con estas 1, 250 viviendas se beneficia a 5 mil personas con un techo digno, a 5 mil con paredes de material adecuado y a 5 mil personas con un piso firme. De esto se desprende que de esas 63, 308 personas con una carencia, beneficiamos a 15 mil en un sólo año, sin tomar en cuenta los seis anteriores en que se benefició alrededor de mil 300 familias más.

Es por eso que aun a riesgo de parecer pretencioso, me atrevo a utilizar la frase con la que intituló mi opinión de esta semana. Porque lo que el Movimiento Antorchista resolvió en esta semana que recién concluyó es sencillamente histórico.

Como en la conocida fábula en que se cuenta la historia de  una parlanchina rana,  que incómoda por el cacaraqueo de una gallina, preguntóle el motivo de tan estridente ruido. La gallina respondió, que era porque “ponía un huevo”, y la rana asombrada replicó que ese no era motivo suficiente, a su vez la gallina dijo: ¡Yo porque sirvo de algo lo publico, tú que no sirves para nada, cierra el pico!

Si cualquiera pudiera poner un huevo, no se entendería el escándalo de nuestra gallina. De igual manera nos sentimos los antorchistas de Quintana Roo. En siete años hemos beneficiado a por lo menos 20 mil personas con una vivienda digna. Eso en buen español sí es un verdadero combate al rezago en vivienda, con lo que podemos decir que hemos avanzado en nuestra tarea de edificar un nuevo Quintana Roo, donde la gente viva dignamente.

Invito a todos los quintanarroenses pobres y marginados, lo cual quiere decir la inmensa mayoría de la población, a unirse a esta humana y progresista causa, y a los medios de comunicación, permitirnos cacarear, con el gusto de quien siente orgullo por haber cumplido su tarea, este logro que tanto esfuerzo y trabajo nos ha costado.