Por Daniel Osorio García
En esta ocasión me referiré a la vorágine que se ha desatado en la península de Yucatán y que ha trascendido las fronteras de México por el impacto negativo ocasionado por la construcción del Tren Maya, el cual ha sido objeto de fuertes cuestionamientos por destacados líderes de opinión, científicos, ambientalistas, artistas, así como de líderes indígenas y de organizaciones sociales nacionales e internacionales.
El controvertido proyecto neoliberal del Tren Maya, inició con un costo de 140 mil millones de pesos, hasta ascender a casi 200 mil millones, la faraónica obra del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que consiste en la construcción de 1,500 kilómetros ferroviarios que planea conectar los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo; desde el principio ha causado polémica, por una parte el presidente López Obrador manifestó que con esta obra se contaría con un modo de transporte respetuoso con el medio ambiente tanto para lugareños como para los turistas, y que sería el motor de desarrollo y empleo en una región subdesarrollada, como es el sureste del país. Mientras que, por el contrario, diferentes sectores críticos del megaproyecto arguyen que se ha realizado apresuradamente, sin planeación y pasando por alto las preocupaciones ambientales.
De esta forma, AMLO ha sido escenario de críticas severas por la opinión pública por desestimar las advertencias justificadas de la comunidad científica, de los activistas y de diversos sectores de la sociedad civil que han denunciado las inconsistencias de la obra, emblema de la 4T, y como respuesta el inquilino de Palacio Nacional, los ha tachado recurrentemente de «conservadores y pseudoambientalistas» por los cuestionamientos y los motivos para oponerse a su proyecto, el cual, llueva, truene o relampaguee, López Obrador se ha empecinado a inaugurar en diciembre del 2023, a pesar de la inviabilidad y las protestas.
A las protestas también se sumaron los representantes indígenas de la Zona Maya de Quintana Roo, esas personas se han pronunciado inconformes por el despilfarro millonario, inversiones mal planeadas, direccionadas hacia la construcción del Tren Maya, que sólo beneficiará a los empresarios ricos afines al Presidente de la República; por lo que exigen a López Obrador que se resuelvan primero las carencias en alimentación, seguridad, salud y educación de la población más pobre, entre los que se encuentran los habitantes de la zona Maya, quienes desde hace muchos años, se encuentran en el abandono y desprecio por parte de las autoridades gubernamentales.
Recientemente, en el marco del primer conversatorio de «Voces de los Pueblos Indígenas y el Tren Maya», organizado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se le dio voz a los habitantes destacados de la cultura originaria Maya, quienes criticaron el proceso de consulta y la inversión de más de cinco mil millones de dólares americanos en una megaobra del gobierno de López Obrador que se construirá en una región marginada, en la que no se beneficiarán directamente a sus habitantes más pobres.
En voz de la señora Dulce Pat Puc, coordinadora de Mujeres Mayas de Quintana Roo, argumentó que «no podemos construir un tren cuando no tenemos acceso a la salud, a la vida, una libre de violencia, a la educación, no podemos traer infraestructuras cuando todavía no tenemos consolidadas ni tenemos acceso a ellas». Al igual que ella, el líder maya Quetzal Tzab, jefe de la Unidad de Asuntos Indígenas del municipio de Solidaridad, Quintana Roo, enfatizó que no se oponen a la obra, pero piden garantías y transparencia; «sí creemos en este gran proyecto mientras existan todos esos estudios ambientales, sociales, económicos y mientras todos estemos en esta economía circular ambientalista», sostuvo.
También, en días pasados en el contexto del Día Internacional de la Madre Tierra, un grupo de infantes, jóvenes y adultos se congregaron en las oficinas del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR) en la ciudad de Cancún, organismo encargado del megaproyecto, para clausurarlas simbólicamente, donde se pronunció enfáticamente Eloy González, urbanista e integrante del colectivo SOS Cenotes (colectivo recién creado de buzos, apneistas, urbanistas, fotógrafos, que se opondrá al Tramo 5 hasta en tanto no existan estudios ambientales y demás documentos requeridos por la ley que eviten riesgos en la construcción y operación del Tren Maya) la organización expuso que son una comunidad de quintanarroenses que buscan proteger el gran acuífero maya, la selva, la flora, fauna y el patrimonio cultural y arqueológico amenizado por el Tren Maya, en especial por las obras del Tramo 5, por lo cual pidieron también abrir el diálogo a la co-creación, en donde gobierno, academia, representantes de comunidades indígenas, científicos, expertos y ciudadanía organizada puedan analizar y rediseñar este megaproyecto, sólo en caso que los estudios señalen que es viable.
Ante esa serie de reclamos y denuncias del polémico proyecto de la 4T, que ha trascendido las fronteras, escalando de magnitud con las críticas de la misma fundación Cousteau, organización internacional que lidera el hijo del legendario explorador francés, exigió también al Gobierno que escuche la voz de científicos y ambientalistas. En un áspero comunicado de la organización Ocean Futures Society, del explorador marino Jean-Michael Cousteau, criticó que las obras del Tren Maya están avanzando en la selva sin contar con “el imprescindible” estudio de impacto ambiental, por lo que pidió a AMLO, que escuche las honestas peticiones que han hecho los grupos organizados en México, representados. En su comunicado la destacada fundación ambientalista internacional aseveró al Presidente: “podemos asegurarle que no estamos pagados por nadie para hacer público este comentario”.
De esta forma, la fundación Cousteau le pide al Gobierno federal que acepte recorrer junto a los ambientalistas y científicos el área afectada por la construcción, donde se están deforestando decenas de hectáreas de selva y se pone en grave peligro una fuente vital de agua y “no debemos olvidar que nadie es dueño de un país y que cada generación debe velar por tratar de dejarlo en mejor estado de cómo lo recibió en su momento”, declaró en una entrevista con El País, donde Rubén Arvizu, director general para América Latina de la organización, hace hincapié en la ausencia de una manifestación de impacto ambiental, el cual es un requisito indispensable para la construcción de cualquier obra, y que es evidente que en este proyecto “se han estado saltando las cosas como deben hacerse”, lamentó.
Pese a las críticas contra el proyecto y una serie de amparos legales que se están presentando al respecto, no parece que el Gobierno federal esté dispuesto a negociar un cambio de actitud referente a la construcción del Tren Maya y hace oídos sordos a los reclamos de la comunidad científica, ambientalistas, artistas, y principalmente de los representantes de la población originaria Maya, quienes padecen las afectaciones negativas del proyecto, por lo que es deplorable la actitud del gobierno de López Obrador contra los llamados constantes y sobre todo del pueblo Maya a los que prometió defender y ayudar.