Por Daniel Osoro García.
Antorcha Campesina nació hace 45 años en el municipio de Tecomatlán, en la mixteca baja poblana, con apenas una treintena de miembros. Desde su nacimiento los caciques de la región entera quisieron acabar con Antorcha, pero no pudieron porque los campesinos estaban cansados de sus abuso y de su maltrato, por lo que decidieron organizarse para luchar por mejores condiciones de vida.
Muchos políticos y enemigos de Antorcha, hoy también conocido como Movimiento Antorchista Nacional, pensaron que solo era algo pasajero y que pronto se acabaría el encanto de la organización del pueblo, pues pensaban que no tendrían alternativas, que no les quedaría de otra sino renunciar a su lucha e irse cada quien por su lado.
No fue así, la simpatía por Antorcha creció y se imprengnó en otros sectores de la población como la de los colonos de los municipios más grandes, entre ellos los de lacapital poblana, obreros, pequeños comerciantes, estudiantes, maestros, entre otros. El crecimiento fue lento pero firme, de tal forma que ahora el Movimiento Antorchista tiene presencia en las 32 entidades de la república y agrupa en sus filas a cerca de tres millones de mexicanos.
Los antorchistas hemos logrado beneficiar a millones de personas con nuestras gestiones, hemos logrado agua potable, drenaje, pavimentación, clínicas, escuelas, lotes para vivir, entre muchas cosas más, que han transformado las condiciones de vida no solo de los antorchistas, sino también de millones de ciudadanos de los diferentes sectores de la población. Hemos enseñado a la gente a defender sus derechos y a luchar por sus necesidades elementales. Ítem más, hemos impulsado la cultura y el deporte como parte de la formación integral de un hombre nuevo, más sensible ante los problemas que los aquejan.
Si esto es así, ¿por qué nos atacan las autoridades de los distintos órdenes de gobierno y grupos de poder? Nunca han faltado quienes ven en los derechos de asociación y organización de las grandes masas trabajadoras una aberración y un peligro que pone en riesgo la estabilidad, la tranquilidad y la paz social, pues se permite que los individuos “inferiores” se agrupen y se apoyen entre sí para contraponer su voluntad a los “superiores”. Esta aversión de las altas capas sociales contra los derechos y libertades populares, ha penetrado ya, desde hace buen rato, en el discurso y en la práctica política de los tres niveles de gobierno, quienes lo repiten cada vez que lo consideran necesario.
En nuestro país, ésta ha sido la opinión de los gobernantes de los diferentes partidos –sobre todo de la derecha–, que han ostentado el poder político, tanto del gobierno de la república, como de los diferentes estados y municipios de nuestra patria. Los titulares del poder ejecutivo municipal, estatal y federal han respondido, ante la tenacidad de los antorchistas que no se someten al “no trato con organizaciones”, con un recurso más “efectivo”: la represión violenta, la amenaza directa, la cárcel, el secuestro y el terror a través de grupos delincuenciales a su servicio.
Ejemplos hay muchos, pero por falta de espacio solo mencionaré dos de los más recientes. El primero: el gobierno de la república que ahora ostenta Andrés Manuel López Obrador, –supuesto representante de la izquierda, aunque de izquierda tiene lo que yo tengo de astronauta– abiertamente se ha referido a los antorchistas de manera despectiva como “Antorcha Mundial”, como “intermediarios”, nos acusa de todo, casi asegura que la culpa de los males de este país es de Antorcha, de tal forma que, en todos los eventos públicos a los que va, aprovecha para vomitar veneno en contra la única Organización de los Pobres de México. El presidente se vale del poder que le da el Estado y del apoyo de los diferentes medios de comunicación para agredir a nuestro movimiento, dejando así, abierto el camino para que los enemigos de Antorcha agredan y atenten contra la integridad física de los líderes antorchistas.
Pero golpe que no mata fortalece; los antorchistas estamos más vigorosos que nunca y más “famosos”, porque ahora tenemos fama “mundial”. A López Obrador poco a poco se le va cayendo su teatro; a cuatro meses de su gobierno, la gente se va desencantado del “mesías” que lejos de solucionar realmente los problemas de nuestro país lo está llevando a un callejón sin salida con sus ocurrencias. A inicio de su gobierno la gente lo apreciaba, le aplaudía y lo veía como su salvador, ahora, se manifiestan en su contra y le exige que cumpla los compromisos que hizo en campaña. A los niños los ha dejado sin guardería; a muchos trabajadores del gobierno federal los ha despedido; han aumentado los asesinatos y la inseguridad en el país; la gasolina no baja, por el contrario, ha subido de precio; la economía no crecerá de acuerdo a su proyección, al contrario, decrece; su lucha contra el huachicol solo ha dejado muertos, desabasto de combustible y pérdidas millonarias.
Podemos determinar entonces que López Obrador llegó al poder engañando a la gente, prometiéndole el cambio y logrando, de esa manera, el voto masivo, porque si algo es cierto es que los mexicanos están hartos, quieren un cambio y creyeron que el cambio sería López Obrador, no obstante el pueblo no pensó que López Obrador estaría muy lejos de saber cómo gobernar y resolver los problemas del país, como ahora lo estamos viendo.
El otro ejemplo que quiero dar es del gobierno represor de Hidalgo, que encabeza el priista Omar Fayad, quien lejos de resolver las demandas del pueblo humilde, los reprime y agrede; viola flagrantemente los artículos sexto, octavo y noveno de nuestra carta magna. El pasado 10 de abril reprimió a humildes ciudadanos que exigían solución a sus diferentes demandas, que el mismo mandatario comprometió en campaña y ahora no cumple. Omar Fayad es un político abusivo y represor, es vergonzosa la menara en que adula al Gobierno Federal y, por otro lado, es indignante como agrede a su pueblo. En Antorcha hay repudio nacional hacia esa manera de hacer política; el pueblo de Hidalgo le va a cobrar muy caro su prepotencia, su altanería y la demagogia.
Compañeros hidalguenses, los antorchistas del país nos sentimos orgullosos de ustedes, de su temple, de su conciencia, de su extraordinario espíritu de lucha y porque, a pesar de la represión y agresión de la que fueron objeto, supieron mantener la bandera en alto. Tienen ustedes todo el apoyo de los antorchistas quintanarroenses y, estoy seguro, también la de todo el país.
Los antorchistas tenemos claro la situación en la que se encuentra el país, que la forma en que gobierna Omar Fayad en Hidalgo, y AMLO en el país, es prueba de que se necesita cirugía mayor, se requiere un cambio de modelo económico; por lo tanto, nuestra tarea es hacerle claridad a los mexicanos, trazar el camino para una verdadera liberación de las clases trabajadoras. Antorcha es la verdadera alternativa para el pueblo de México, somos ya una organización nacional, auténticamente popular, que abandera las demandas más sentidas de las clases marginadas. El Movimiento Antorchista luchará incansablemente para seguir fortaleciéndose y alcanzar la capacidad númerica suficiente para tomar el poder político del país y transformar a México en una nación más próspera, más humana y equitativa . Que conste.