Bacalar, Q. Roo, Abril 23 del año 2017.- A quienes se encontraban presente, extrañó que los antorchistas de manera repentina comenzaron a apilar sus colchonetas, retiraron sus utensilios de cocina, cobijas y demás pertenencias, para enseguida comenzar a desbaratar su campamento.
Las maderas aún lucían verde, pues apenas los habían reemplazado previendo que durarían varias semanas más en ese sitio. Un integrante de esa agrupación hasta al calabozo fue a dar cuando fijaba las varas de madera en la calle, mientras la dirigente municipal, Imelda Jiménez Rodríguez, acabó con la blusa desgarrada.
Dimas Romero González, quien dirige el Movimiento Antorcha Campesina en el estado, señaló que dialogó con el presidente municipal y llegaron a un acuerdo para resolver parte de lo que solicitaban.
Aseguró les ofrecieron a incluirlos en los programas de piso firme, baños ecológicos, de vivienda, en los programas de desazolve y mecanizado, apoyos a las amas de casa con pollas ponedoras, incluirlos en el programa de Empleo Temporal y gestión ante el gobierno del estado para conseguir un predio para la construcción de las viviendas que solicitaron.
«Antorcha siempre sostuvo que nuestra lucha era por obras y servicios y si eso se ofrece para quienes gobiernan, nosotros aceptamos los compromisos, esperando que se cumpla. De no ser así, retomaremos con más fuerza y bríos, con el apoyo nacional de casi tres millones de Antorchistas», sentenció el dirigente.
«No se trata de un nuevo país, de enseñar a la gene a reclamar lo que es suyo por derecho y formar ciudadanos que se organicen y luchen por cambiar este país. En nuestras luchas, sean los triunfos grandes o pequeños, es una escuela para que la gente vea el camino que debemos recorrer, para mejorar este país que no se mejorará solo, no hay forma de despertar al ciudadano, la crítica y la denuncia de la corrupción por sí solas, sirven de muy poco», dijo.
La extrañeza de los bacalarenses, es por el compromiso del edil que obligó a los antorchistas retirarse con una carpeta de promesas bajo el brazo. Lo mismo que ofreció desde un principio: su devaluada palabra. Más extraño, por su evidente cerrazón al diálogo y al acuerdo, estimulado por su característica soberbia de niño consentido.
Por lo pronto, las humildes familias ya se encuentran en sus comunidades esperando que las largas y tediosas horas de espera, de sed y hambre, de roces con la policía y malas caras de quienes caminan a su alrededor, de desvelos y de gastos, sean recompensados, entonces, la lucha habrá valido la pena