Por Daniel Osorio García
Dirigente del Movimiento Antorchista en Quintana Roo
Como ya mencioné en una de mis colaboraciones anteriores, el estado de Quintana Roo es uno de los más perjudicados con la declaratoria de emergencia sanitaria generada por la pandemia del coronavirus SARS-coV-2. No es para menos, pues la principal actividad de los quintanarroenses es el turismo, el 80 por ciento de la economía del estado son los ingresos de este sector que hoy prácticamente es el más golpeado por la contingencia. Antes de la Pandemia, este bello estado, enclavado en la península de Yucatán, recibía a miles de personas de todo el mundo que llegaban a las paradisiacas playas de arena blanca y agua azul turquesa de la Riviera Maya y norte del estado; llegaban a visitar los imponentes templos mayas de la zona arqueológica de Tulum que están en la cima de un pequeño acantilado, al pie del Mar Caribe; visitaban el parque nacional de Arrecifes de Cozumel, muy bello por cierto, considerado como parte de la barrera arrecifal del Atlántico occidental, denominada “Gran Cinturón de arrecifes del atlántico Occidental” (también conocido como Gran Arrecife Maya); había también gran afluencia de visitantes a la majestuosa laguna de los siete colores de Bacalar y a los impresionantes cenotes en diferentes puntos del estado. En fin, como diría el ilustre yucateco Luis Rosado Vega en su poesía “Campanas de mi pueblo”: “- ¿Y el Pueblo, la fiesta, la moza preciosa, garbosa, que contigo esa tarde bailó? ¿Y los labradores, y las campesinas cuajadas de flores? – ¡Hay, señor, si ya todo pasó! Ya la venta no tiene ventero, ya no viene ningún forastero, ya no hay fiesta en mi pueblo, señor.”
Pues bien, a cinco meses de haberse declarado la emergencia sanitaria y aunque hoy el norte del estado y la Riviera Maya se encuentran en semáforo naranja, la economía no se ha reactivado como se esperaba, todos estos paradisiacos lugares mencionados se encuentran vacíos y en el mejor de los casos, semivacíos debido a que los principales visitantes son turistas de Norteamérica y Europa, donde la pandemia ha causado grandes estragos.
El Panorama de la Actividad Turística de México (enero- abril 2020) del Consejo Nacional de Empresarios Turísticos (CNET) reveló que, en el primer cuatrimestre del año, los dos destinos principales de ingresos de turistas al país, Cancún y Cozumel sufrieron un desplome sin precedentes. Cancún registró la mayor caída de arribo de turistas vía aérea, con 7.2 millones de pasajeros, lo que significa un retroceso de 35.7 por ciento; mientras que Cozumel y Mahahual cayeron 32.6 por ciento y 31.9 por ciento, respectivamente en arribo de cruceros. De enero a julio la afectación estatal en la economía cayó un 34 por ciento, que equivale aproximadamente a 3,500 millones de dólares.
Esto, claro está, no solo afecta a los grandes industriales del turismo, sino también, y de manera más drástica, a la inmensa mayoría de las personas humildes que trabajan en hoteles, restaurantes, bares, aeropuerto, taxistas, guías de turistas, buzos, vendedores ambulantes y un largo etcétera. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) reporta que 114 mil empleos formales se han perdido en Quintana Roo, es decir, el 25 por ciento con respecto al total de trabajadores registrados ante el IMSS. No solamente los trabajos formales se han perdido, el problema se agrava porque cerca de 400 mil personas trabajan en el sector informal, no tiene prestaciones de ley, no tienen un salario seguro y, además, hasta finales de junio, también estaban en cuarentena por disposición gubernamental, pero con poco o nulo apoyo de las autoridades para tener seguro los alimentos. Ahora, tienen que arriesgarse a trabajar en lo que saben hacer, aun con la pandemia, si es que quieren llevar el pan de cada día a sus hogares, pero al no haber actividades turísticas normales, su trabajo no rinde los frutos como antes de la emergencia sanitaria.
Miles de familias de todo el estado viven un verdadero viacrucis para poder llevar alimento a su mesa, muchos inician el día sin la certeza de tener comida para sus hijos. En algunas regiones de Cancún, por ejemplo, la gente se las ha tenido que “ingeniar” para poder comer, a tal grado, que entre vecinos se intercambian la poca despensa que tienen en sus alacenas y así poderse alimentar, otros, hasta tienen que guardar en su dormitorio los pocos alimentos que tienen para evitar que los niños se lo coman antes de tiempo. Aunque las autoridades hayan declarado la “nueva normalidad” lo cierto es que no hay empleo para los desempleados, los que sí están trabajando su salario es raquítico, los trabadores informales no tienen éxito con su actividad, todo esto se traduce en falta de alimentos y recursos económicos suficientes para las demás necesidades elementales.
Según el Censo 2020 (datos de 2010), hay más de 300 mil personas que no tienen seguros los alimentos cada día. Pero existen otras 710 mil personas con carencias sociales, un 41.2 por ciento. A esta cifra habría que sumar otros miles afectados este año por la pandemia. Y por si esto fuera poco, el virus no cede, al contrario, el inicio de la “nueva normalidad” solo ha disparado los contagios y muertes, los hospitales en Chetumal están colapsados y las funerarias no se dan abasto. En la Zona Norte y Riviera Maya, aunque hay más capacidad hospitalaria también la situación es grave y la gente que está en mayor riesgo son los miles de trabadores humildes que en caso de contraer el virus no tienen dinero como los ricos, para irse a hospitales particulares y que sean atendidos bien, sino que tienen que ir a los lugares públicos que muchas veces al estar saturados, los doctores no se dan abasto y no pueden poner buena atención a todos por parejo.
Es cierto que mucha gente no toma las medidas necesarias para evitar el contagio, pero también es real, que las autoridades de los tres niveles de gobierno, pero sobre todo la federación, ha dejado a su suerte a los quintanarroenses y a todos los pobres del país, porque no hubo, a pesar de que se exigió por miles de mexicanos, un Plan Nacional de Distribución de Alimentos, ni mucho menos, un ingreso básico temporal para los gastos elementales y así, la gente pudiera estar más tiempo en sus casas y evitar salir a contagiarse. Me consta, que hay familias enteras de trabajadores enfermas con el virus y en varias, desafortunadamente han perdido algún ser querido.
Los mexicanos y los quintanarroenses debemos analizar esta grave situación y entender que la pandemia, solo nos ha venido a demostrar que las autoridades no están preparadas a pesar de tener los recursos económicos necesarios para manejar correctamente la crisis del coronavirus. Por lo que, es necesario organizarse para luchar y exigir a nuestros gobernantes nos garanticen nuestro derecho a la salud, a los alimentos, al trabajo y a vivir dignamente. De hacer oídos sordos a nuestra petición, tendremos la oportunidad en el 2021, para que, de manera democrática, quitemos a los políticos que hoy nos gobiernan y se ponga en su lugar, un gobierno que verdaderamente vea por los intereses del pueblo en general.