Por fallos amañados, resultados sospechosos y presuntas conductas deshonestas
Los cada vez menos fanáticos del boxeo han vuelto a comprobar que el violento pasatiempo sigue siendo un “cochinero”.
Los fallos amañados, los resultados sospechosos y el presunto proceder deshonesto de promotores y otros protagonistas del espectáculo han hundido en el descrédito al boxeo.
Y lo más increíble de todo es la impunidad que rodea a los aparentes culpables de tanta suciedad.
Además, no hay ningún interés en procurar con políticas a largo plazo que haya un boxeo menos negro, y exento de tanta aparente arbitrariedad e ilegalidad.
Por ejemplo, desde hace años se ha propuesto que las anotaciones de los jueces sean exhibidas públicamente al término de cada round, como se estila en Juegos Olímpicos.
Como siempre, siguen siendo tres los jueces que determinan al ganador de un combate, y a veces se excluye al réferí, pese a ser el juez que ve más de cerca las acciones.
Y lo peor de todo, no hay nadie dentro de las Asociaciones que rigen el boxeo que cuestione decisiones polémicas y fallos a todas luces injustos.
Desde que el popular ex Presidente mexicano Adolfo López Mateos hizo algo por “limpiar” sl pugilismo, no se sabe de otro Gobierno que haya intentado seguir sus pasos.
En combinación con el brillante escritor y periodista Luis Spota, López Mateos comenzó a sanear el pestilente pantano en que oscuros intereses habían hundido al boxeo.
De esa meritoria intervención surgió el Consejo Mundial de Boxeo apoyado por otros Gobiernos de entonces, que poco a poco ha ido ensuciándose al convertirse en el feudo de la familia Sulaimán.
El control absoluto de las comisiones de boxeo ha desaparecido, y a ello se debe que continúen la muerte de pugilistas que pelean en condiciones físicas poco óptimas.
Desde entonces ya pasó medio siglo se demostró que si los Gobierno no intervienen directamente, con firmeza y honestidad, el boxeador se convierte en carne de cañón de buitres humanos.
Estos son, sobre todo, promotores de funciones y manejadores y representantes de pugilistas.
A manejadores sin escrúpulos, preocupados sólo por recibir su porcentaje de las bolsas, poco les importa exponer a los boxeadores al subirlos al ring sin la preparación adecuada.
Recordamos en particular, por su acrisolada honradez, a Jesús “Cholain” Rivero, manager del ex campeón mundial de peso mosca Miguel Canto Solís.
Una de las cualidades de “Cholain” era vigilar que sólo escalaran el cuadrilátero los pupilos mejor preparados, y al indisciplinado lo hacía a un lado sin miramientos.
Finalmente, víctima de sucios manejos, “Cholain” prefirió el retiro cuando Miguel Canto perdió la corona en otro fallo controvertido, parecido al que ahora afectó a Manny Pacquiao.
Son tan contadas, sin embargo, las excepciones de la regla entre el estercolero del boxeo, que las decisiones absurdas han ido matando la afición por este pasatiempo tan criticado.
Sí, porque todavía hay quien cree equivocadamente, opinamos que el boxeo es una lucha propia de “bestias” humanas, o librada por asesinos en potencia.
A estos críticos respondemos que en la vida nos enfrentamos a combates tanto o más descarnados en que la perversidad, la simulación o la mentira son armas más peligrosas que los puños .