Por Daniel Osorio García
Dirigente del Movimiento Antorchista de Quintana Roo
Solo faltan algunos días para que se cumpla un año de la contingencia sanitaria en nuestro país. El primer caso de Covid-19 se detectó en México el 27 de febrero de 2020. Como todos seguramente nos dimos cuenta, el Gobierno Federal que encabeza Andrés Manuel López Obrador (AMLO) minimizó el problema de la Pandemia y contrario a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la propia Secretaria de Salud de nuestra nación, que desde el 28 de febrero recomendaba no abrazarse ni saludarse con beso o con la mano, AMLO se resistió a suprimir esa “práctica” que se ha convertido en una de sus señas de “acercarse” a la población y, contrario a las recomendaciones de los expertos, el Presidente continuó fiel a su tradición de besar y abrazar en sus actos públicos. No solo eso, tuvo la osadía de pedir a la población “no dejar de salir, todavía estamos en la primera fase”, “Yo les voy a decir cuando no salgan”.
López Obrador presumía que los mexicanos “por nuestras culturas somos muy fuertes”, “nuestro pueblo es poseedor y heredero de culturas milenarias y en eso estriba nuestra fortaleza” así que, lejos de que el Presidente cancelara sus giras y sus conferencias mañaneras para dar el ejemplo a la población, al contrario, siguió de gira por el país, dando el ejemplo de lo que no se debe hacer: besando, abrazando, mostrando sus estampitas de la “buena suerte”, invitando a salir a la gente y sin usar cubre bocas. Así las cosas, nuestro país se convirtió en un mal ejemplo mundial, alcanzando en poco tiempo cifras muy altas de contagios y muertes, por ejemplo: El 30 de abril, 64 días después del primer contagio, el número de pacientes aumentó exponencialmente, alcanzando un total de 19,224 casos confirmados y 1,859 (9,67%) fallecidos según las cifras oficiales, pero todos sabemos que los casos eran y siguen siendo mucho más porque muchos no se registran.
Es decir, esta irresponsable forma de enfrentar la contingencia sanitaria en nuestro país, nos ha costado un retroceso en la economía que ya de por sí estaba frenada desde antes de la pandemia, pérdida de millones de empleos, un confinamiento sin ningún apoyo de las autoridades, negocios quebrados, mucho sufrimiento de millones de mexicanos que nos ha tocado ver morir a nuestros amigos y familiares, con la impotencia de no poder hacer nada o hacer muy poco porque los hospitales están colapsados y los doctores trabajando a todo lo humanamente posible. No es lo mismo contagiarse y recuperarse en un palacio con todos los servicios y los mejores especialistas, que en una humilde casa o en un hospital público.
López Obrador, lejos de trabajar en beneficio de la población, sobre todo de la más vulnerable, es insensible al sufrimiento. Nos ha dejado expuestos al mortal virus, como siempre, buscando culpables, echándole la culpa a los gobiernos anteriores, a la “mafia del poder”, a sus adversarios que no los dejan trabajar o a “los neoliberales”, todos tienen la culpa, menos la auto denominada “Cuarta Transformación”. Hoy, ésta mala política para contener la Pandemia, nos ha costado a los mexicanos poco más de 2 millones 100 mil contagiados y cerca de 170 mil defunciones. Tenemos el deshonroso tercer lugar en muertes y el primer lugar en letalidad por Covid-19 en el mundo. Todo gracias a Morena y la 4T.
El panorama es desolador, seguimos en incertidumbre, expuestos a contraer el virus y con el riesgo de fallecer en cualquier momento, mientras que el Gobierno Federal presume que ya se hicieron contratos millonarios para adquirir las vacunas y “salvar” al país, pero esto, solo ha sido puro show mediático y electorero del partido en el poder porque a estas alturas, solo hemos visto un total desastre en el Plan Nacional de Vacunación contra el Covid-19.
La renuncia de la directora del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y de la Adolescencia -quien fuera también jefa del Programa de Vacunación Universal y responsable del Plan de Vacunación contra el Covid-19- es una evidencia clara del desastre con el que el Gobierno Federal ha manejado el proceso de administración y distribución de los antígenos. Además, es una irresponsabilidad no priorizar las vacunas para la población vulnerable y para el personal médico. Si para el personal de salud -que es un sector muy específico y contando con un solo tipo de vacuna- está siendo tan difícil lograr una logística de vacunación ordenada, qué se puede esperar cuando lleguen los esperados “millones de dosis” de Astra Zéneca y el proceso se extienda al resto de la población. Lo dicho, ¡un desastre!
En lugar de que sea el Consejo Nacional de Vacunación el organismo responsable de este proceso, el Presidente de la República ha designado que sean sus operadores electorales, los “Servidores de la Nación”, que coordinen el alrededor de 10 mil brigadas que aplicarán el antígeno en todo el país. Estos operadores electorales, han sido priorizados para la vacunación por encima de la población vulnerable y el resto de personal médico que no ha sido inmunizado. El uso electoral de las vacunas contra el Covid-19 por parte del Gobierno Federal es ilegal y sin ética. Está claro que Morena quiere conservar el poder a toda costa y por encima de la salud de los mexicanos.
En estos momentos, que son los peores de la pandemia, López Obrador orquesta una estrategia electoral antidemocrática en perjuicio del derecho a la salud de nuestro golpeado país, busca ejercer a través de la vacuna contra el virus SARS-CoV-2 un control político- electorero, cosa que debemos impedir a toda costa, ya que la inmunización debe ser un derecho y no un insumo electoral usando a discrecionalidad.
A través de mi humilde opinión, llamo a todos los actores políticos a ser un verdadero contrapeso para el gobierno de la 4T, urge detener la ruta homicida y antidemocrática del actual plan de vacunación y del resquebrajamiento nacional. El 6 de junio es un día especial para lograr un equilibrio en el Congreso de la Unión y el resto del país, por lo que hay que sumar fuerzas y trabajar en interés de la nación. Si los partidos de siempre e incluso los nuevos, siguen la política de “buscar puestos” solo para intereses personales o de grupo, entonces, estaremos condenando a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos a la miseria. Que Conste