El Sábado Santo es un día en el que la Iglesia guarda silencio, litúrgicamente no hace nada, no hay ningún acto oficial. Es un día de luto por la muerte de Jesús, el Salvador.
“Ese día Cristo está enterrado, se encuentra con los que ya han muerto que estaban en un lugar que se llama, El Seno de Abraham, le decían los judíos, y él va a sacarlos de ahí para llevarlos al cielo definitivamente”, recordó monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio.
Este día, los discípulos de Jesús, pasaron por una crisis de fe.
“Ellos creían que era el mesías pero a ese mesías lo habían eliminado y matado. Entonces, en ese día, la memoria cristiana conserva que solo María, su madre, la virgen, fue la única que quedó en pie y con fe y por eso la Iglesia conserva siempre el sábado pensando que es un día de respeto, pensando en María su madre, que no claudicó y se mantuvo firme en su fe hasta el día de la resurrección”, resaltó.
Hoy las vigilias comienzan al caer el sol y se prolongan durante toda la noche.
La preparación de la Pascua comienza con la bendición del fuego nuevo, que se toma de una hoguera encendida fuera de la iglesia, estando ésta totalmente a oscuras y esperando los fieles con cirios apagados en la mano. El sacerdote enciende en ella una tea que una vez bendecida encenderán con ella sus velas los fieles. Hacia el final de este canto se procede a encender el cirio pascual, al que se le ponen los cinco granos de incienso que representan la inmortalidad, el Alfa y la Omega, y la fecha del año en curso; tras esto se encienden todas las luces de la iglesia. También se bendicen las aguas bautismales.