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Jóvenes abandonan estudios para trabajar y ayudar en los gastos del hogar

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Por Juan Carlos Pool Contreras Vocero del Movimiento Antorchista de Quintana Roo
 
La pérdida de empleo de los jefes de familia, el incremento en los costos de los alimentos de la canasta básica y en general de todos los productos, aunado a los estragos que la contingencia sanitaria ocasionada por la Covid-19 provocó en las familias, orilló a que cientos de jóvenes dejaran sus estudios académicos para que por medio del comercio informal o cualquier actividad que genere ingresos, puedan contribuir a cubrir los gastos familiares, una tarea que cada vez es más difícil, en especial cuando una familia la integran cinco o más individuos.
 
Las autoridades encargadas de medir los efectos económicos y todo lo que tiene que ver con la sociedad, entre ellos el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), han revelado datos alarmantes de las condiciones que enfrentaron y siguen enfrentando los mexicanos por la pandemia de Covid-19 que originó una severa crisis económica en el mundo y en México, pero que golpeó severamente a entidades cuyos ingresos dependen de la movilidad ciudadana, en este caso del turismo como es el caso de Quintana Roo.
 
Por miles se documentó la pérdida de fuentes de empleo de familias que resultaron afectadas al dejar de percibir un ingreso diario, semanal o quincenal con la que cubrían sus necesidades básicas de alimentación, vivienda y vestido; pero también hubo otros efectos negativos que impactaron principalmente a los jóvenes.
 
Ante las letales afectaciones de la Covid-19, las autoridades educativas tuvieron que implementar métodos alternativos de enseñanza, pero ello originó gastos incosteables para una gran cantidad de paterfamilias y aunque la enseñanza se ofreció en línea, se generó un consumo elevado de materiales extras que tuvieron que asumir las raquíticas economías familiares, como lo fue el hecho de imprimir diariamente las tareas para que los jóvenes pudieran trabajar, pago de inscripciones, adquisición de equipos de cómputo, pago de internet, del servicio de tv por cable, entre muchos otros, que terminaron orillando a los estudiantes a dejar sus estudios.
 
En el caso de Quintana Roo esta situación se convirtió en un lamentable proceso para el sector educativo que obligó a los alumnos de nivel medio superior a desertar de sus estudios por no cubrir todos esos gastos.
 
Al respecto, se ha informado que en esta entidad se tiene registro que poco más de 75 mil estudiantes de educación básica y bachillerato, dejaron sus estudios desde el pasado mes de agosto de 2020. Ante esta situación preocupante, cabe retomar los datos vertidos por la organización “Mexicanos Primero”, quien detalló que, al terminar el ciclo escolar pasado, 42 mil 79 niños y niñas de primaria abandonaron la escuela, 18 mil 757 adolescentes de secundaria y 14 mil 859 estudiantes de bachillerato.
 
Como ya se ha dicho, el factor principal del abandono fue por no contar con los recursos para sufragar los costos a fin de acceder al internet, a los medios digitales y tomar la educación a distancia que fue implementada al final del ciclo anterior y que prevalece hasta la fecha, aunque las autoridades educativas ya aceleran el retorno a clases en todos los niveles.
 
Recientemente la dirección general de Colegios de Bachilleres en Quintana Roo dio a conocer que más del 30 por ciento de la plantilla estudiantil desertará de sus planteles en la entidad, como consecuencia de la falta de recursos económicos que dejó a su paso la pandemia a causa del desempleo.
 
Por su parte, el Inegi estimó que, a consecuencia de la pandemia, 5.2 millones de alumnos de todos niveles que no siguieron con estudios en 2021 por motivos asociados a la pandemia de Covid-19 o por falta de recursos económicos, estudiantes de entre 3 y 29 años, no se inscribieron al ciclo escolar 2020-2021.
 
En contexto del Inegi, la cifra está por encima de lo que había contemplado la Secretaría de Educación Pública (SEP) en el mes de agosto del año pasado, donde se calculó un 10 por ciento de deserción en educación básica, que equivaldría a 2.5 millones de estudiantes de primaria y secundaria y ocho por ciento de nivel superior, es decir, 325 mil universitarios.
 
Lo lamentable del asunto es que las autoridades, de los tres órdenes de Gobierno, no emprenden acciones para ayudar a recuperar el empleo que mitigue la ausencia de recursos en esas familias que han sido severamente golpeadas, tanto en lo económico como en el ámbito de la salud.
 
Hoy es vital iniciar programas o proyectos encaminados a generar empleo, apoyar a las micro, pequeñas, medias y grandes empresas para reactivar sus economías y con ello recuperar los empleos que se perdieron desde hace dos años, eso es vital y así nuestros jóvenes puedan, sin preocupación alguna, retornar a sus estudios y lograr su superación personal y académica.
 

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