Por Daniel Osorio García
El primero de julio se cumplió cinco años del triunfo en las urnas de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Para una parte de mexicanos lo considera, para bien, un día inolvidable, mientras que para la gran mayoría para mal. En su discurso el mandatario federal hizo un recuento de los “logros de su gestión” al frente de la Presidencia de México, como una manera de conmemorar su victoria electoral en 2018. Al respecto, es indispensable hacer una evaluación de lo que ha pasado en estos cinco años de gobierno de la «Cuarta Transformación».
AMLO tuvo todo a su alcance para combatir la pobreza y desigualdad social, de ofrecerle a los mexicanos mejores oportunidades de vida, para que superen las paupérrimas condiciones en la que se encuentran, sin embargo, el tiempo se le va y no puede, no quiere o no sabe. El tiempo que le resta en el poder es un año y difícilmente su administración solucionará los problemas graves que va a heredar a quien lo suceda como la pobreza, inseguridad, el desastre en el sistema de salud, el aumento de la deuda, la desarticulación del sistema educativo, las consecuencias de tres obras mal planeadas, mal ejecutadas y con un enorme pasivo; entre otros.
Como pocos políticos en el último siglo, López Obrador ganó la elección de manera inobjetable, recibió un bono democrático que le daba para lo que hubiera querido, por ejemplo, encauzar al país en una serie de reformas modernizadoras, por el contrario, prefirió dinamitar las que algo habían aportado como la energética y la educativa, privó de muchas oportunidades a los científicos, maestros, médicos y enfermos con cáncer; en general, a todos los que en su discurso electorero prometió defender, a los pobres.
En los hechos, las acciones del gobierno federal han demostrado que no tiene como fin último la atención sustantiva de las personas más necesitadas, mucho menos la ruptura del ciclo perverso de pobreza intergeneracional, por el contrario, en el discurso electorero de AMLO prometió un antes y un después que hasta el día de hoy no se ha visto el cambio social ofrecido. Aún siguen frescas las palabras del mandatario cuando tomó posesión al cargo, «…el Estado se ocupará de disminuir las desigualdades sociales, no se seguirá desplazando a la justicia social de la agenda del gobierno. No se condenará a quienes nacen pobres a morir pobres”, sin embargo, la situación se mantiene peor, lo cierto es que son los pobres los más afectados.
Se avecinan los tiempos electorales, el gobierno federal ya destapó a sus corcholatas, los tiene haciendo campañas, claro, de manera anticipada, mientras que las autoridades electorales, brillan por su ausencia. Resulta pues, que las corcholatas están recorriendo el país con el afán de hacerse publicidad, presumiendo los supuestos logros obtenidos de los cinco años de gobierno de la “Cuarta Transformación”, esto, al final de cuentas, es con la única intención de que Morena continúe en Palacio Nacional, ¿y los problemas del país? Sin duda, ya está más que demostrado que las políticas públicas del Presidente de la 4T, no han sido eficaces, por el contrario, México retrocede, lo que ha ocasionado que haya más pobres, es decir, de 2018 había en el país 55.7 millones de personas en esas condiciones y en 2023, la cifra aumentó a 61.5 millones, un incremento de 3.8 millones de pobres más que en 2018.
En el país prácticamente una de cada dos personas enfrenta problemas de pobreza. Los números de pobreza son parte intrínseca de las campañas electorales. Pocas personas han entendido el poder narrativo de esos números y porcentajes como el presidente López Obrador, que bien supo capitalizarlo y usarlo a su favor. Al respecto las cifras de miseria incrementan, los datos nos lo muestran, pero este flagelo de la desigualdad no se combate así. ¿Habrá alguien dentro del ámbito político que no vea a la pobreza como herramienta y como botín electoral? Es duda.
Por otra parte, los programas sociales fueron claramente diseñados y operan bajo premisas eminentemente políticas, en la que lo más importante no es mejorar la calidad de vida de los mexicanos, de ayudarlos a superar la pobreza, ofreciéndoles mejores oportunidades, a que se les garantice el derecho a la salud y la educación, nada de eso, se trata de seguir entregando recursos monetarios, de seguir maiceando a los humildes, mantenerlos tranquilos para apuntalar la popularidad y los intereses electorales del partido en el poder y porque se avecinan los comicios electorales para relevar al Presidente del país.
Otra mentira. Aunque el inquilino de Palacio Nacional diga que su gobierno dejó atrás el neoliberalismo, la realidad es que está aplicando la misma política neoliberal que dice repudiar, ejemplo de ello son los multimillonarios de nuestro país, están muy contentos porque sus intereses están muy bien protegidos en la «Cuarta Transformación», así siempre lo ha dado a entender el propio mandatario federal, al afirmar que “en su gobierno no hay un rico que haya perdido dinero sino al contrario, les ha ido muy bien porque el país es uno de los más atractivos en el mundo para invertir”. ¿En dónde quedó, pues, el bienestar de los pobres?, aquí una prueba más de que los ricos son privilegiados y los pobres seguirán siendo pobres, así se explica que existan más de 60 millones de pobres en lo que va de la administración federal.
Y es precisamente este sistema económico injusto y rapaz que privatiza a merced del gobierno mismo, y que controla los salarios, que reduce los impuestos a los dueños del dinero, que reduce el gasto social, que limita los servicios públicos y además controla e inmoviliza a las masas populares, a través de dádivas, ese es el resultado, el terrible empobrecimiento, condición necesaria para que este modelo nos siga oprimiendo y que, por tanto, no podrá ser eliminada mientras éste continúe.
Sin duda, ya son cinco años, pero no de triunfos ni de progreso social, son los suficientes para demostrar que Andrés Manuel López Obrador, sólo ha priorizado los intereses de los poderosos, a los acaparadores de riquezas, a los explotadores y no a la clase trabajadora, aquella que tanto prometió defender; sin duda, seguramente terminará el sexenio con la paradoja de una política social de mucho ruido y pocas nueces, poniendo la palabra primero los pobres hasta en la “Cartilla moral”, pero sin alcanzar el bienestar de los mexicanos que claman justicia social porque esta administración con sus acciones demuestra que no está del lado de los pobres, y las corcholatas probablemente tampoco, ese es el verdadero rostro de Morena y la “Cuarta Transformación”.