Empiezan a quedar al descubierto las verdaderas intenciones de López Obrador
Por más que sus amigos en los medios lo defiendan y empresarios aliados hagan maromas para darle una apariencia democrática, el talante dictatorial de López Obrador se desborda todos los días.
La semana pasada fue particularmente extrovertido en sus intenciones totalitarias.
Su primera y más fuerte obsesión es demoler al Instituto Nacional Electoral.
En caso de que pierda el próximo año, ya tiene a quién echarle la culpa.
Y si gana, lo disuelve porque es un estorbo para su proyecto autoritario.
Dijo: “son instrumentos al servicio del régimen antidemocrático, los consejeros del INE viven en una especie de enajenación, se creen autónomos, rectos, jueces, independientes, cuando están al servicio del PRI corrupto, ese es su papel, para eso les pagan”.
Habla mal del INE en todo el país y en redes sociales para minarle credibilidad, y cuando pierda el próximo año poder decir otra vez que los consejeros mafiosos al servicio del PRI o del PAN (según quien gane) le robaron la elección.
Y si el triunfador es él, va a demoler al INE para que el Gobierno vuelva a tener el control de las elecciones porque son los únicos ‘rectos’ con capacidad para ser jueces.
Sus esfuerzos para minar al INE dan resultados.
De ser la institución con mayor credibilidad en el país, ahora –según encuesta de Reforma(*)– 60 por ciento de la ciudadanía cree que el Instituto no está capacitado para organizar las elecciones de 2018.
Las mentiras, a fuerza de repetirlas, hacen mella.
A ver, AMLO, ¿dónde están sus actas que dicen que ganaron? ¿Cuántos votos tuvieron en Edomex? Con las actas en la mano, que las tiene, debe decirlo.
Hace un año, cuando el PRI perdió en siete gubernaturas, el INE funcionaba de maravilla. Y ahora ya no. Vaya demócratas.
El jueves López Obrador mandó un mensaje en redes en que anuncia que cuando gane la Presidencia va a recortar drásticamente el presupuesto del INE.
Muy bien. De acuerdo. Las elecciones son muy caras y los partidos cuestan demasiado dinero.
Pero el presupuesto del INE no es decisión del Presidente, quien propone. El que dispone es el Congreso. Otra vez nos anuncia la dictadura que viene.
Y si tuviera un poco de congruencia, su partido debería regresar algo del dinero que le da el INE al año (400 millones de pesos).
También anunció que cuando gane la Presidencia va a desaparecer el Cisen porque ahí se espía a periodistas y a políticos.
Bien, pero sería más sencillo ordenar que no espíe a quien no debe espiar.
¿De qué se trata? De quitar a todo el personal de inteligencia, de carrera, que ha costado años formarlo, y crear su policía política.
La nueva adquisición de López Obrador, Miguel Barbosa, presentó una solicitud ante el INE para “disolver” al PRI en caso de que haya cometido un delito electoral al recibir dinero público en Chihuahua.
¿Disolver por ley a un partido político que no les gusta?
Esa es la dictadura que viene. Nos la están gritando.
Desde luego que hay que castigar al PRI si recibe dinero público. Como ocurrió con el Pemexgate. Y como se castigó al PAN por el caso Amigos de Fox.
Y es lo que se debe hacer con Morena por el peculado de su candidata en el Estado de México, al descontar a los trabajadores de Texcoco y financiar (aún más) su campaña. (Lo mismo que se acusa al PRI de haber hecho en Chihuahua).
En tres días López Obrador nos recordó que en él hay un dictador.