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La migración para el imperio: sí con Venezuela, no con Honduras.

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Por David Sánchez Reyes.

Debemos darnos cuenta que, problemas como el desempleo, la violencia, la inseguridad, la pobreza, el hambre, las guerras, crisis económicas y demás calamidades sociales, cada día se van convirtiendo en el común denominador de la mayoría de las naciones de este planeta, principalmente de aquellas cuyo modo de producción es el capitalista, que en los tiempos que corren han adoptado el modelo neoliberal y globalizado, donde estas calamidades sociales no son la confirmación de maldiciones antiguas sino resultado de la mala distribución de la riqueza, donde el 1% de la población mundial tiene acaparada y concentrada más del 50% de la riqueza mundial, esto quiere decir, que las calamidades sociales y económicas que padece el 99% de la población son el resultado de la mala e injusta distribución de la riqueza; el modelo económico es el verdadero culpable de que existan miles de millones de seres humanos empobrecidos y unos cuantos miles de multimillonarios con inmensas e inimaginables fortunas.

En los días que corren, los medios de información, controlados por poderosas agencias de noticias, dan cuenta del nuevo éxodo de migrantes hondureños que prácticamente huyen de su país tras el sueño americano. Diversos grupos han emprendido su viaje hacia los Estados Unidos, pasando por Nicaragua, Guatemala y México. El más mencionado es el contingente formado por un poco más de tres mil hondureños, que ante las amenazas del presidente estadounidense, Donald Trump de ser detenidos y deportados, respondieron que le tienen más miedo a la pobreza y a la delincuencia existente en su país, que a las amenazas de Trump.

El presidente Trump solicitó al Gobierno mexicano su colaboración para detener el flujo migratorio hondureño y presionó a los países centroamericanos para que detengan el avance de los migrantes hacia su país con la amenaza de la suspensión de la ayuda económica que les viene brindando. El gobierno peñista respondió enviando policías federales que intentaron detener el avance migratorio en suelo mexicano, sin tener resultados efectivos. Por su parte, ni tardo ni perezoso, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, inmediatamente declaró públicamente que instaurará un programa de empleo para ciudadanos centroamericanos que evite que dichas personas lleguen a suelo norteamericano, dejando ver clara y anticipadamente, cuál será su actitud ante los deseos e intereses del Tío Tom.

            Cosa muy distinta ocurrió hace apenas unos meses, en el caso de Venezuela, donde no solo se permitió la migración de algunos miles de personas, sino de más de tres millones de venezolanos, que de igual forma decidieron huir de la crisis para buscar un mejor futuro en otras tierras. Se repitió una y mil veces que los venezolanos huían de la crisis económica, desabasto de alimentos y medicinas, de la mayor inseguridad de la región, de la presencia de grupos criminales afines al régimen chavista y de un Gobierno que persigue y amedrenta a todo aquel que no se alinea a «la revolución bolivariana».

Hablando en castellano, se trató de presentar a Venezuela como el peor país del mundo donde ya no se puede vivir y donde existe persecución política a los disidentes del régimen. Se sabe perfectamente que Estado Unidos no le perdona a Hugo Chávez ni a Nicolás Maduro, un exchofer de transporte público, tratar de administrar la gran riqueza de este país en beneficio de la mayoría de la población, nación que no solo es rica en recursos petroleros sino también en minerales como es el caso del coltán (mineral compuesto que se utiliza en microelectrónica, telecomunicaciones y en la industria aeroespacial) y el thorium (elemento radioactivo con mayor potencial atómico que el uranio); Venezuela posee el mayor yacimiento, de este último, a nivel mundial

Hablemos de tamaños y proporciones. Mientras Honduras tiene una población que no rebasa los 10 millones de habitantes, con una extensión territorial no mayor de los 113 mil  km² y muy pobre económicamente hablando, dedicado principalmente a las actividades agrícolas, sin petróleo y sin minerales importantes; Venezuela tiene una población de casi 30 millones de habitantes, de la cual el 94% es urbana, con una extensión territorial de  916 mil 445 km² (ocho veces más grande que la de Honduras), con una de las explotaciones petroleras más importantes del mundo, pues tiene la principal reserva petrolera a nivel mundial, al igual que uno de los principales yacimientos de minerales radioactivos.

Aquí observamos, el mismo fenómeno migratorio, pero con dos tratamientos distintos y opuestos, cuando salen y emigran más de tres millones de venezolanos, que representan el 10% de la población total del país, Estados Unidos no solo permite el ingreso de 390 mil venezolanos a su país, sino que a través de los sutiles hilos diplomáticos y los no tan sutiles hilos económicos, “convence” a la mayoría de los países centro y sudamericanos de proporcionar todas las facilidades legales para cruzar las fronteras de esos países y brindarles las facilidades para establecerse en varios de ellos, como Colombia, país que más migrantes recibió (1,100,000), seguido por Perú (410,000), Chile (240,000), Ecuador (180,000), Argentina (120,000), México (95,000), Panamá (80,000) y el que menos migrantes recibió fue Brasil (59,000). Aquí no se envió al ejército a cerrar las fronteras.

En este caso, los medios de “información” se abocaron a difundir por todos los confines de la tierra que el fenómeno migratorio venezolano se debía a que la gente huía de la terrible pobreza, a la escasez de alimentos, medicamentos y demás artículos de primera necesidad, a la que la tenía sometida el gobierno dictatorial de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.

Pero cuando cambian las circunstancias económicas y políticas, y ahora se trata de un país pequeño y muy pobre, sin recursos naturales importantes, que despierten el deseo de rapiña del imperialismo yanqui, se espantan y pegan el grito en el cielo, porque un poco más de tres mil hondureños (el 1% de su reducida población total), huyendo de la pobreza y de la delincuencia, en busca de mejores condiciones de vida. Ahora los amenazan con no dejarlos ingresar al país porque son considerados como “delincuentes y portadores de enfermedades infecciosas”.  

Así cambia la política migratoria cuando se trata de desprestigiar a un gobierno progresista, que defiende sus riquezas naturales y lucha por beneficiar a las grandes mayorías y no solo a unos cuantos multimillonarios; y cuando se trata de un país pequeño y débil al cual no hay nada o casi nada que arrebatarle.

Solo los países dirigidos por los elementos más conscientes y consecuentes, con una visón profundamente humanista, cuyo propósito sea erradicar las causas más profundas que provocas esas calamidades sociales y económicas que hoy padece la mayor parte de la población, serán los que verdaderamente podrán resolver esta terrible situación. Los pobres organizados y educados son los que podrán luchar por el poder político, en el momento en que estén preparados para ello y cuando las condiciones objetivas sean las más idóneas, para trabajar por el establecimiento de un modelo económico justo y humanitario que, en una primera etapa, trabaje para dinamizar la economía, creando fuentes de empleo en todas las ramas productivas posibles para la mayoría de la población, que les proporcione salarios justos, bien remunerados, que le permita a los trabajadores satisfacer la mayoría de sus necesidades vitales, recreativas y de desarrollo espiritual. Donde, entendiendo esto como un proceso, se pueda hacer que los que más ganan, por concepto de ingresos netos, puedan contribuir con el pago de impuestos acorde al monto de sus ganancias para que estos se puedan reinvertir en la producción y en el gasto social para mejorar la infraestructura utilizada por la población (escuelas, hospitales, clínicas, centros comunitarios, museos, teatros, instalaciones deportivas, casas de cultura, bibliotecas, etc).   

Cuando la mayoría de la población de cada uno de nuestros países, se organice y tome conciencia del importante papel que le toca desempeñar, tendremos la posibilidad de terminar con las causas que producen tan lamentables fenómenos como el de tener que abandonar su patria, su gente, sus raíces para tener que ir a buscar en tierras extranjeras, lo que en su país se le tiene negado por ser humilde y pobre.

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