Por: Homero Aguirre Enríquez
Recientemente volvió a votarse en la ONU una resolución en la que la mayoría de los países condenó el inhumano bloqueo económico que desde hace más de 60 años imponen Estados Unidos y sus aliados contra Cuba, un país que tuvo la osadía de hacer una revolución y declararse independiente y socialista a unas cuantas millas del territorio estadounidense. Los únicos países que en esta ocasión votaron en contra de levantar el bloqueo fueron los propios Estados Unidos e Israel, mientras que Ucrania y Brasil se abstuvieron, lo cual en este caso equivale a respaldar al agresor.
La resolución, aunque es moralmente valiosa y muy clara respecto a lo que opina la mayoría de la humanidad sobre ese ataque abusivo de una potencia para someter a un país soberano, tiene pocas posibilidades de obligar a levantar el bloqueo que injustamente tortura al pueblo cubano (es la trigésima ocasión en que la ONU condena casi unánimemente el bloqueo y los agresores ni se inmutan). Desde su arranque, el objetivo del bloqueo era derrocar al gobierno revolucionario de Cuba: “Un memorándum secreto del 6 de abril de 1960 del Subsecretario Asistente para Asuntos Interamericanos, Lester D. Mallory, fija como estrategia de lucha contra la revolución cubana, privar al país de recursos materiales y financieros para generar malestar y lograr la rendición por hambre, sufrimiento y desesperación. Desde entonces, Estados Unidos sigue la misma estrategia” (Magda Luisa Arias Rivera, clacso.org
, 16 de julio de 2021).
El bloqueo es algo más que una simple palabra o una flagrante contradicción lógica con la doctrina neoliberal aún en boga entre los mandamases de las potencias y sus voceros en la academia y en los medios, la cual pregona la libertad absoluta de tránsito de mercancías, dinero e inversiones en todo el mundo. El asunto es gravísimo y criminal. Bloquear a un país es asesinar a sus habitantes, privarlos de comida, medicinas, materias primas para sus actividades productivas, impedir que tengan acceso a la compra de ropa, equipos electrónicos, automóviles, autobuses, tractores, perforadoras, teléfonos, computadoras, barcos, todo tipo de materiales de construcción; es interponerse para que no venda sus productos en otros países; es ordenar que se les cierren los accesos a créditos e inversiones extranjeras; impedir que lleguen turistas por mar o por aire, sancionar a terceros países por comerciar con Cuba, castigar a empresas petroleras, aseguradoras, navieras e incluso tripulaciones que transporten gas licuado o petróleo a la Isla y, como acto supremo de prepotencia, es incluir calumniosamente a Cuba en una lista de Estados que según el gobierno estadounidense, patrocinan el terrorismo internacional. “A quienes dicen que no existe un bloqueo, sino solo un embargo unilateral de EEUU, que tiene derecho a no comerciar con Cuba y que la Isla puede hacerlo con Europa, China o Rusia, Ignacio Ramonet les explica que “EEUU es el centro de circulación de todas las finanzas internacionales”, y que esto afecta también a todo el comercio. El bloqueo, añade, afecta a las empresas europeas, por ejemplo, y a toda la banca internacional, que “tiene terror a las tremendas multas que impone EEUU” por realizar transferencias a Cuba (rebelion.org
, 24 de octubre de 2022).
Por la crueldad extrema con que se ejecuta, por el gran número de años que se ha ejercido inmisericordemente y por los cuantiosos daños en dinero y en vidas que ha costado, el bloqueo a Cuba pasará a la historia como el peor caso de abuso de un país rico y poderoso contra un país pequeño y sin armas para defenderse. Sin duda alguna, constituye la más escandalosa acción de guerra en tiempos de paz en los tiempos modernos. Y todo eso lo hacen los poderes trasnacionales del dinero y de la guerra asentados en los Estados Unidos, sin ruborizarse en lo más mínimo al ostentarse, simultáneamente, como representantes del país modelo de libertad, democracia, respeto a la vida y a los derechos humanos.
Con base en lo expuesto y en muchos otros datos (como las pérdidas diarias de 15 millones de dólares que sufre la economía cubana por el bloqueo) que exhiben la infamia de bloquear durante décadas a un país para someterlo, no es un exceso verbal del periodista cubano Randy Alonso Falcón afirmar que en los Estados Unidos hay, como dijo Noam Chomsky, un Estado canalla. “Es de canallas negarle a Cuba la compra de oxígeno en el pico pandémico mientras fallecían personas en los hospitales, o excluir a Cuba de la revisión ordenada por el presidente Biden de las medidas coercitivas unilaterales que limitan la capacidad de los Estados de enfrentar la pandemia de COVID-19 (…) De canallas es ver a la distancia quemarse tanques y personas y no ofrecer buques de extinción que estaban a apenas unas horas de las costas de Matanzas, o siquiera responder a un listado de necesidades que ellos mismo solicitaron (…) De canallas es perseguir a los buques que traen combustibles a Cuba, impedir que lleguen jeringuillas o medicamentos contra el cáncer, obligar a pedir visa para Estados Unidos a extranjeros que no las requieren pero cometieron el pecado de visitar Cuba…De canallas es ignorar el pedido de Cuba de comprar, nada de donar o regalar, materiales de la contrucción y otras necesidades para enfrentar la reconstrucción de los enormes daños dejados por el Huracán Ian, algo obstaculizado por las infames regulaciones del bloqueo” (portalalba.org).
Quienes reaccionan dentro y fuera de Cuba echando la culpa al gobierno cubano de todos los sufrimientos que padece el pueblo de ese país y agradecen el “apoyo” de Joe Biden a quienes protestaron hace meses en la Isla, debieran ser capaces al menos, como reflexionó en su momento el Ing. Aquiles Córdova Morán, “de preguntarse por qué, si es sincero ese apoyo, no levanta el bloqueo, que sería una manera eficaz de quitar pretextos al Estado cubano y exhibirlo como inepto e incapaz de gobernar a su pueblo; no perciben que lo que el imperialismo busca, en realidad, es convertirlos nuevamente en sus esclavos, como lo fueron hasta que Fidel Castro y sus barbudos de la Sierra Maestra llegaron para enseñarles lo que es la verdadera libertad y la verdadera dignidad de un pueblo libre”.
Mientras la correlación de fuerzas internacional no se modifique y logremos que surjan otros polos de poder que equilibren la prepotencia de los EE. UU., atrocidades como estas que sufren los cubanos seguirán ocurriendo. Quienes entendemos la verdadera intención del bloqueo contra Cuba debemos repudiarlo, unirnos y hacer crecer los movimientos que al avanzar en sus respectivos países provocarán una nueva correlación mundial de fuerzas que permita la liberación y verdadera independencia económica y política de todos los pueblos hoy sometidos y cercados. Que así sea.