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Inflación actual: ¿consecuencia de la pandemia o reflejo de una crisis más profunda?

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Por David Sánchez Reyes Dirigente de Antorcha en el municipio de Tulum

El pasado 24 de noviembre de 2021, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), informó que el Índice Nacional de Precios al Consumidor llegó a un 7.05 por ciento en la primera quincena de noviembre, mayor al 6.36 por ciento de la segunda mitad de octubre, el nivel más alto de la inflación interanual en 20 años.

Por su parte, el banco BBVA de México, advirtió que la inflación «subiría aún más» para cerrar el año en una tasa general inflacionaria de hasta el 7.3 por ciento y en una inflación subyacente de entre 5.5 por ciento y 6 por ciento.

Al respecto, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se apresuró a declarar al día siguiente, que el aumento en la inflación era una «crisis pospandemia» y que, pese a ello, es el mismo nivel que tiene Estados Unidos y más baja que la de Brasil que es del 11 por ciento ¡Mal de muchos, consuelo de tontos!

El Ejecutivo Federal justificó este fenómeno inflacionario, afirmando que tiene que ver con el incremento del precio de las materias primas y que ese incremento tiene que ver también con el alza de los precios de los energéticos, principalmente el de los derivados del petróleo.

Si dejamos este análisis a medias, entonces llegaremos a la misma conclusión, a la que nos insinúa el Presidente de la 4T, en el sentido de que su administración no puede hacer nada para evitar el problema o para minimizarlo, pues se trata de un fenómeno mundial.

Veamos. Para hacernos claridad (el suscrito, por ahí empezó); en términos sencillos definamos ¿Qué es la inflación?, ¿Qué es la inflación subyacente? y ¿Cuáles son sus causas y consecuencias principales?

La inflación es un fenómeno económico donde se presenta un incremento generalizado en los precios de bienes y servicios, que ocasiona una sensible pérdida del valor del dinero para poder adquirirlos o hacer uso de ellos, es decir, que con la misma cantidad de dinero, se compra menos, que en tiempos anteriores.

La inflación tiene como causa profunda un desequilibrio existente entre la producción y la demanda, entre la baja oferta y la creciente demanda, que en otros tiempos era acelerada por el aumento artificial de dinero circulante, sin el correspondiente respaldo de un aumento de la producción.

En esto tiene que ver la política equivocada de la 4T, que en lugar de impulsar la producción en el campo, de invertir más recursos en la educación, en la investigación científica y en el desarrollo tecnológico, en impulsar a los diferentes sectores de la producción industrial; en lugar de eso, el gobierno y sus diputados oficialistas, reducen drásticamente los presupuestos para estas partidas, se eliminan fideicomisos y se incrementan los recursos para los programas asistencialistas, que impulsan el consumo de un sector importante de la población para ganar su simpatía y votos y no se invierte en la producción, he ahí la miopía del inquilino de Palacio Nacional.

Tampoco es aceptable, que el fenómeno inflacionario sea una crisis pospandemia, más exacto, es decir, que se trata de una crisis del modelo neoliberal capitalista, pues todos los países regidos por este sistema, tienen una crisis económica, que cada vez se va profundizando; por eso tienen inflación en Estados Unidos, Brasil, Sudáfrica, Inglaterra, etcétera.

Pero, en países regidos por otro modelo económico, y que también fueron afectados por la pandemia, aunque vale decir que no en el mismo grado, porque en esos países, sí invirtieron en construcción de hospitales, en equipos y medidas sanitarias, en apoyo a su población, para que sí tuvieran qué comer y estar en casa confinados. Esos son los casos de Rusia, China, Corea del Norte, entre otros.

Y por último, tampoco se trata de un fenómeno provocado nada más por el incremento de los precios de los energéticos, pues el dato de la inflación subyacente, que no es otra cosa, que la inflación de todas las mercancías y servicios, exceptuando a los energéticos y sus derivados, como lo aclara el reporte del INEGI y las instituciones bancarias, la inflación subyacente alcanzó niveles entre el 5.5 por ciento y 6 por ciento, es decir, solo un punto porcentual menos que la inflación general, lo cual demuestra, que el problema no se debe únicamente a la alza de los precios internacionales del petróleo, sino a un problema en la producción, pues se produce a mayor costo.

Debido a estos problemas en la producción, de los países capitalistas, hace unos días, Estados Unidos, Japón y otros países, anunciaron la utilización de parte de sus reservas petroleras, bajar sus importaciones de petróleo, para evitar y, si es posible, bajar el precio del crudo, debilitando a nivel mundial la demanda de petróleo y empujando a la baja su precio.

Se trata, pues de la descompensación cada vez más aguda entre la baja producción y la demanda creciente de buena parte de las mercancías y en la falta de un apoyo e impulso a la productividad en la actividad económica de nuestro país y de muchos otros que siguen bajo la tutela de un capitalismo inhumano, que solo le interesa invertir en aquellas áreas donde puede obtener los mayores niveles de plusvalía y ganancias.

Se sabe que una de esas áreas estratégicas, es la producción de armamento y equipo bélico, por eso, recientemente leímos la noticia de que Estados Unidos, Francia, Inglaterra, España, Grecia y otros realizaron ejercicios militares porque se preparan para una inminente guerra.

Pero preguntémonos: ¿Guerra impulsada o provocada por quiénes?, ¿A quién beneficiaría o ha beneficiado la realización de guerras? La historia reciente de nuestro país y del mundo, demuestra que Estados Unidos ha invadido a otros países sin causa justificada, que ha provocado guerras para poder invertir sus capitales en la producción de armas y equipo bélico y de esa manera evita crisis más profundas en su país.

Por esa y otras razones, es muy importante que el pueblo trabajador tome conciencia de la realidad en que vivimos, a nivel nacional e internacional, y que solo organizándonos y aprendiendo a luchar, legal y pacíficamente, podremos cambiar la suerte de nuestras naciones y dejarles un mejor futuro a nuestros hijos y a las generaciones futuras. Ojalá y aún estemos a tiempo de encauzar el rumbo. Conste.

 

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