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Errores, yerros y desaciertos de un presidente eternamente en campaña

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Por Manuel Tabla Díaz
Responsable de Antorcha Obrera en Quintana Roo
 
Ya no es de extrañar que el presidente Andrés Manuel López Obrador, cometa errores, diga disparates, insulte, denoste, critique y ofenda a todos aquellos que no estén alienados a su errante pensamiento. Y no es de extrañar, que aquellos que lo acompañaron antaño, hoy algunos, puedan ser exhibidos como verdaderos traidores a la Patria y, otros como verdaderos adalides de la Nación o bien, como chayoteros neoliberales y solo por no compartir al 100% el “ideario lopezobradorista”. Que caro han pagado haber sido sus pregoneros y cómplices (algunos) o haber compartido en algún momento de su vida, los mismos ideales (otros). Aclaro, que nunca me he dejado seducir por la verborrea de López Obrador, pero puedo reconocer que algunos de sus programas tienen su lado positivo, el asunto es que los programas asistenciales, sólo sirven para paliar momentáneamente, alguna situación de precariedad, no atiende de fondo el problema que lo suscita, sino que únicamente atiende una necesidad inmediata.
 
Hasta antes de la llegada de Morena al poder de la nación, el pueblo en su mayoría tenía acceso a obras y servicios públicos, así como derecho a servicios y atención a su salud, así como acceso a diversos programas, que iban desde la electrificación y pavimentación de una colonia enclavada en la montaña, así como la entrega de insumos agrícolas; semillas mejoradas, fertilizantes, fungicidas, así como las bombas para fumigar, sin faltar los caminos “saca cosechas”. No olvidemos que también se tenía acceso a servicios de salud, como detección, seguimiento y ataque frontal al cáncer de mama y al cáncer infantil, así como sus constantes dosis de quimioterapia y radioterapia, la infaltable e indispensable prueba del Tamíz Metabólico Neonatal que permite detectar a temprana edad, hasta 67 problemas de salud y atacarlos con tiempo y todo ello era posible, gracias al “Seguro Popular”, que si era seguro y si era popular, ya que además de atención, te brindaba los medicamentos. Existía el servicio de estancias infantiles para las madres trabajadoras, dónde en esas guarderías podían dejar con toda confianza a sus hijos, para que ellas pudieran asistir a su trabajo, sabiendo que sus hijos tendrán un desarrollo cognitivo, así como el desarrollo lógico matemático y por ende la solución de manera asertiva de los diversos problemas a los que habrán de enfrentarse. Pues bien, nada de esto existe ya, tampoco existen los comedores comunitarios, donde la gente de muy escasos recursos asistía a recibir un plato de alimentos que le permitían subsistir de alguna manera, aunque precario el apoyo, cabe la pena resaltar que se aportaba con dignidad y así era recibido. Desaparecieron los apoyos al deporte, quitaron becas incentivas y solo quedaron las de resultados, tampoco se puede gestionar un módulo deportivo, ya ni hablemos de un domo, mucho menos de una escuela deportiva. Ahora resulta imposible tener acceso a un programa de piso firme, láminas y mucho menos un pie de casa. Las madres vieron con desesperación y angustia, como desapareció el PROSPERA, programa insignia que apuntalaba la economía familiar y que era condicionado a la atención médica, a la forzosa asistencia escolar, así como acudir a pláticas y participar en actividades comunales.
 
Todas estas “conquistas” se volvieron un derecho ganado con años y años de lucha constante e incansable, de hombres y mujeres, que de manera infatigable y organizada, no se conformaron con migajas y, que entendidos de que se requería de un equilibrio en su economía, aceptaron que estos programas permitiesen completar algunas de sus necesidades vitales de subsistencia. No significa que todos estos programas fueran perfectos, por supuesto que estaban plagados de errores y tenían que revisarse frecuentemente, pero, funcionaban porque existían. Hoy no queda más que el recuerdo y el repudio a un insensible mandatario, que sabedor de que el que da, obtiene, López Obrador canceló todos los programas asistenciales, acusando una rampante corrupción. No niego que existiera corrupción, así como errores de aplicación, pero destruyó lo que había y en su lugar se convirtió en el dispensador de dinero. Cambió las obras y los servicios, los programas paliativa de pobreza y prefirió entregar los recursos en las manos de gente que prefería una solución momentánea a una solución definitiva. Con esta acción, no se atacaron ni las causas de pobreza, ni se solucionaron los “problemas” de corrupción atribuidos al manejo de recursos, al contrario, la corrupción es enorme, la información es opaca y no se construye ninguna obra, se desalentó el campesinado, las madres trabajadoras, dejaron de serlo, pues ya no pueden pagar una guardería, o bien, sus hijos quedan en manos de abuelos cansados que piensan que una chancla es mejor que la teoría de Jean Piaget. Cientos de niños han muerto, esperando las quimios, que nunca llegaron y que tampoco llegarán, porque los niños con cáncer no votan y nunca lo podrán hacer. Han fallecido más mujeres por cáncer de mama, que, en años anteriores, tampoco hay quimios y ni siquiera el Tamoxifeno, que es un medicamento auxiliar en estos casos.
 
El presidente y su partido, prefieren las transferencias, que los servicios. ¿De qué le sirve a un estudiante, una beca Benito Juárez, si no tiene energía en su comunidad, o en qué beneficia a una mujer con cáncer el discurso mañanero, si no hay quimios en el hospital, o ya no se realizan las pruebas de Tamiz? En el pase de lista, faltan muchos mexicanos, víctimas de la desatención planificada desde el enorme y lujoso Palacio que sirve de morada al insensible mandatario.
 
Para acabarla, todos estos yerros, los justifica, aludiendo que son realizados de manera correcta, porque permiten que el beneficiado pueda optar por la mejor manera de hacerse llegar los bienes y servicios que le han sido negados, justamente para hacerle entrega de esos recursos. Puras falacias y dislates.
 
Pan y circo, es la constante de un gobernante que cree, que solo él y sus herederos políticos tienen la razón y la llave mágica que abrirá las puertas a un estado paternalista, que habrá de agradecerle por los siguientes mil años, haber acabado con las conquistas alcanzadas en 110 años de lucha y que prefieren una transferencia insignificante a la solución de los problemas de fondo.

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