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Cristóbal Pilar Reyes, en Antorcha sigues vivo

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Por Daniel Osorio García
 
El pasado domingo 27 de agosto, a través de un evento conmemorativo político-cultural y con la presencia de los Grupos Culturales Nacional del Movimiento Antorchista, que engalanaron este importante homenaje, donde cientos de antorchistas recordamos a uno de nuestros compañeros caídos, a una persona que dio su vida por la noble causa que ha venido enarbolando desde hace 50 años, el Movimiento Antorchista, que luchó gran parte de su vida para que la justicia y la igualdad social toque a las familias más humildes, a los pobres, a los más necesitados de esta entidad, del Sureste y de todo el país, y sin duda ese gran hombre lo fue Cristóbal Pilar Reyes.
Pero como siempre hemos dicho, ¡por todos los caídos, nosotros estamos de pie!, continuamos en la lucha que miles de antorchistas hemos emprendido por todo el país, para encontrar lo que los tres órdenes del poder no han podido darnos y que está asentado con letras de sangre en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que es el progreso y el derecho a tener una vida digna y próspera.
Por esos ideales, luchan todos los días muchos activistas como en su momento lo hizo Cristóbal Pilar Reyes, el gran camarada se caracterizó por ser un destacado militante. Él, en su natal Michoacán, desde muy joven abrazó la lucha y se sumó a las filas del Movimiento Antorchista Nacional, y con el paso del tiempo recorrió varias entidades donde sumó su gran esfuerzo por conseguir el ideal por el que continuamos de pie y por el que seguimos luchando, pero desafortunadamente perdió la vida el 30 de julio aquí en Quintana Roo, en los días críticos de la pandemia ocasionada por la Covid-19.
Cristóbal nació un 17 de junio de 1971, al día de su muerte contaba con 49 años de edad. En Antorcha se desempeñó en la importante área financiera, desde donde trabajó organizando para que nuestra lucha se sostenga con independencia y autonomía del gobierno, pero también libre del dominio y de los intereses de la burguesía que controla la vida política y económica del país.
Hoy, reconocemos a un camarada caído, hoy lo recordamos con cariño, admiración y respeto y destacamos su labor loable en la que reconocemos que se condujo siempre con honestidad, abnegación y disciplina. Así se le recuerda en todos los lugares del país donde puso todo su esfuerzo y tenacidad para desarrollar sanamente las finanzas de la organización.
Su trayectoria fue cortada por la aparición en todo el mundo y en México, del mortal virus de la Covid-19, que cobró miles de vidas por las malas prácticas de prevención y contención por parte del llamado gobierno de la Cuarta Transformación, que, ante la tardía reacción a la pandemia, condenó a la muerte a miles de mexicanos, entre ellos a Cristóbal.
Una mala política de salud y la poca importancia que le puso el gobierno federal a la pandemia, ocasionó el fallecimiento de miles de conciudadanos que fueron desatendidos por un sistema de salud inexistente. La política de salud pública con Andrés Manuel López Obrador fue y es un rotundo fracaso. Desapareció el Seguro Popular, que con sus deficiencias daba atención gratuita a millones de personas, tenía escasez de medicamentos, pero había, que enfrentaba deficiencias de infraestructura y equipo, pero contaba con lo básico para, quizá, hacer estudios de radios X, resonancias magnéticas, mastografías, lo que hoy difícilmente otorgan.
Contrario al Seguro Popular, el presidente López Obrador creó el Instituto de Salud del Bienestar (Insabi), que dejó más deficiencias que beneficios, desatendió a los millones de mexicanos que estaban en el padrón del Seguro Popular y la atención médica gratuita materialmente desapareció, se volvió un caos. No había camillas, doctores ni medicamentos en los hospitales; los enfermos se les podía ver en los pasillos de los centros de salud por las graves deficiencias que, hasta hoy, se padecen.
Los servicios médicos dejaron de brindarse en los lugares más apartados y pobres de nuestra patria, ahí donde habita la gente más necesitada, la gente más pobre, la que no tiene igualdad social, donde las oportunidades de superación y mejores niveles de vida materialmente no existen.
A esa gente, se le negó el acceso a la seguridad médica, el contar con médicos, enfermeras y medicamentos; esta situación se agravó con la decisión de desaparecer el Seguro Popular y crear el Insabi, que demostró, a los pocos años, que la decisión tomada había sido errónea, que habían condenado a muerte a millones de personas, con la falta de visión, de prevención y control, tal y como ocurrió con la llegada de la pandemia de Covid-19, esa que nos arrebató a Cristóbal.
Hoy, pretendiendo enmendar ese garrafal error, esa nefasta política de salud, ahora el gobierno federal crea el IMSS-Bienestar, que en la teoría dará atención universal a todos los mexicanos, sean o no trabajadores, ofreciendo la atención del primer mundo, esa que hace cinco años prometieron y que seguimos esperando.
Y nos preguntamos si el IMSS tendrá la capacidad de absorber y cumplir con lo ofrecido por López Obrador, teniendo en cuenta que sobrevive de las cuotas patronales, del pago que hacen los propios trabajadores y que también se quejan de graves deficiencias, tanto de medicamentos, personal médico e infraestructura. ¿Se podrá atender a los millones de personas que requieren gratuitamente de los servicios de salud y medicamentos? O sólo es otra medida desesperada para poder mantener tranquilos a las millones de personas que se han dado cuenta que López Obrador dio atole con el dedo.
Le queda sólo un año al presidente López Obrador para que concluya su mandato y no hay ni la menor ni tantita duda que la salud en México está en situación precaria por falta de medicamentos, de servicios, de médicos y enfermeras, especialistas. Como dijimos, se va disipando la promesa dada a todos los mexicanos que contaríamos con un sistema de salud como el de Dinamarca y otros países nórdicos de primer mundo y lamentablemente la situación empeoró.
Sin duda, por las malas decisiones tomadas por el Presidente del República, nuestro compañero Cristóbal no murió víctima de una enfermedad común o de un accidente o de forma natural, él murió víctima de un sistema injusto y de una clase gobernante que privilegia sus intereses políticos y electorales antes que vigilar y resguardar la salud, la seguridad y la economía del pueblo.
Tras el final de un sexenio que erróneamente se calificó como una transformación, la situación de la clase baja sólo se ha deteriorado un año después. Los pobres se han empobrecido aún más, al punto que los expertos en economía sugieren que el fallido “proyecto de nación” del Presidente no puede atribuirse únicamente a la inflación o a las secuelas de la pandemia. Más bien, es el resultado de acciones desacertadas en la administración pública y una economía política deficiente. Aunque nuestra nación cuenta con una de las economías más sólidas, nos encontramos en el puesto 14 a nivel mundial.
Es irónico que tengamos una gran cantidad de recursos naturales y materias primas para la fabricación, así como una importante fuente de ingresos en la producción de petróleo, sin mencionar una de las fuerzas laborales más calificadas del mundo. A pesar de todo esto, los frutos de nuestro trabajo no son disfrutados por la mayoría de los trabajadores mexicanos sino por unos pocos elegidos, dejando a la gran mayoría luchando en la pobreza.
No cabe duda de que, para los órganos de gobierno, preservar nuestra ignorancia es de mayor importancia. Es preferible que confiemos ciegamente en las palabras de quienes están en el poder y nos abstengamos de cualquier forma de crítica sobre las políticas y las acciones implementadas.
En tiempos de elecciones, como el actual, es común que tanto el gobierno federal como los locales, prioricen la ganancia política sobre los programas sociales. Morena y la 4T no son la excepción y reclama la propiedad de cualquier iniciativa que pueda potencialmente asegurarles votos.
Las oportunidades son escasas y depende de la clase trabajadora abordar este problema. La única solución está en la unidad inquebrantable del pueblo, que sirva de defensa eficaz contra las injusticias que afrontan a diario los empobrecidos ciudadanos de nuestro país. ¡Cristóbal, en Antorcha sigues vivo camarada!

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